¿Por qué? ¿Por qué Campari Academy y por qué ahora?
Líder de la industria y copropietaria de Tayēr + Elementary, Monica Berg se une a Campari Academy como Directora Creativa y líder de Campari Academy Lab – un grupo de expertos de diferentes industrias que se reúnen para compartir conversaciones que invitan a la reflexión y que impactan en la industria. Descubre cómo empezó Monica y por qué decidió formar parte de Campari Academy.
“Siempre me ha gustado aprender cosas nuevas, y desde muy joven me di cuenta de que para mí la felicidad está directamente relacionada con la oportunidad de aprender. Es el motor que me impulsa a seguir adelante, la única cosa sin la que no puedo vivir, y en los momentos de mi carrera en los que no ha estado presente, es algo que he echado mucho de menos.
Cuando era una joven camarera, me costaba mucho encajar, porque siempre buscaba información y, en concreto, respuestas a preguntas que nadie parecía plantearse. Crecí en un hogar donde la conexión con la agricultura estaba firmemente establecida y se celebraba, y me pasaba los fines de semana buscando comida, cosechando, conservando -lo que fuera- según la estación. Más tarde me di cuenta de que no era la norma y de que la mayoría de los niños no elaboran vinos de frutas a los 10 años, ni tienen levaduras madre en su habitación, ni aprenden a despellejar un alce a los 12 años. Irónicamente, cuando llegué al punto de mi vida en el que quería aprender más sobre estas cosas profesionalmente (quizá no sobre la parte del alce), había muy poco que encontrar, si es que había algo, así que me puse a buscar.
Durante los primeros 5 años de mi carrera como bartender, prácticamente lo recorrí todo: bares de mala muerte, pubs, discotecas, distintos tipos de bares y restaurantes, para acabar finalmente en una coctelería. En contra del consejo de la mayoría, rara vez pasaba un año entero en cada lugar, porque una vez que había aprendido lo que buscaba, mi inquietud se apoderaba de mí y me iba al siguiente.
Recorrí las librerías más grandes de Oslo y devore todo el material relacionado con la bebida que encontraba, cuando lo encontraba.
Con el tiempo, también descubrí los foros y chats en línea dedicados a las bebidas y, poco a poco, mi mundo se fue ampliando. Empecé a soñar con asistir a ferias de bares, visitar ciudades como Londres y Nueva York, y fue en mi primera visita a esta última donde tuve mi primer momento “ajá” como bartender en 2011.
Estaba sentada en la barra de Death & Co, con los mejores camareros del mundo: Joaquín Simó, Thomas Waughn y Jessica González, y de repente me di cuenta de que yo hacía lo mismo que ellos. Obviamente, a una escala y a un nivel diferente, pero al fin y al cabo, soy bartender y atiendo la barra, igual que ellos. Parece una tontería, pero fue un momento muy importante para mí, porque me hizo comprender que, debido a la naturaleza humana de lo que hacemos, algunas cosas no se pueden enseñar leyendo un libro, sólo se pueden vivir y compartir.
Dicen que el conocimiento es poder, y sin duda lo es, pero también lo es el potencial o la falta de él. Representa tanto el aspecto que tendrá nuestra industria si no actuamos ahora, continuando quejándonos de la falta de talento cualificado mientras nos hacemos de la vista gorda a la externalización de la educación que depende únicamente de marcas y agencias, O podemos alcanzar ese potencial si actuamos ahora. Es muy fácil señalar con el dedo y criticar, pero, según mi experiencia, el verdadero cambio sólo se produce desde dentro y, para ello, tenemos que dar la cara y estar dispuestos a trabajar juntos.
Siempre he creído firmemente que tenemos que ser nosotros mismos quienes decidimos nuestro futuro, porque, al fin y al cabo, somos los únicos que sabemos lo que necesitamos y queremos, a pesar de que ambas cosas no siempre coinciden. El reto es que, a pesar de que el conocimiento es gratuito y fácil de conseguir, también tenemos que ofrecerlo en un formato manejable que sea interesante y atractivo, porque aprender puede ser divertido, aunque creo que todos estamos de acuerdo en que también puede no serlo.
A estas alturas de mi vida profesional, sé que no tengo todas las respuestas -ni necesito tenerlas-, pero egoístamente hablando, no hay nada que me haga más feliz que ver el impacto del conocimiento y la educación, y ser testigo de la confianza que puedo darle a alguien que está empezando a comprender todo el potencial de sí mismo. La importancia de que alguien crea en ti -más que tú mismo- no tiene precio, y es algo que deseo que todo el mundo pueda experimentar al menos una vez. Personalmente, he tenido la suerte de que algunas personas me guiaran a lo largo de mi vida, ya fueran mis padres en mis inicios o algunos (no todos) de mis jefes en mi vida profesional, y cuanto más tiempo paso en este sector, más me doy cuenta de que no es la norma. Entonces, ¿cómo podemos cambiarlo? Pues todo empieza por la educación, porque no se puede enseñar lo que no se sabe.
Quizá una de las mayores lecciones que aprendí haciendo P(our) fue que si todo lo que tienes son buenas intenciones, en realidad no tienes mucho. Me explico: sí, teníamos la pasión, sí, teníamos la red y sí, sin duda teníamos la visión, pero lo que no teníamos eran los conocimientos (cómo ponerlo en marcha), la infraestructura (la logística es mortal) y, como organización benéfica, no teníamos dinero. Pero al final conseguimos desafiar el statu quo de la época y empujar a la industria hacia un nuevo formato de educación. Para mí, que pasé casi 5 años enseñando al principio de mi carrera, fue increíble, pero también me hizo darme cuenta de lo mucho que había echado de menos esta faceta.
Por eso, cuando la Academia Campari me invitó a formar parte de este proyecto, y a pesar de tener algunas reservas iniciales, estaba muy emocionada. Emocionada por trabajar con el equipo de personas con las que tengo la oportunidad de trabajar, emocionada por lo que este proyecto puede llegar a ser y emocionada de que una empresa como el Grupo Campari comparta la visión de repensar la educación de las bebidas, reimaginar cómo digerimos la información y, por supuesto, que quieran formar parte de la construcción del sueño de “qué pasaría si”.
Estos dos últimos años han sido extremadamente duros, y mi esperanza es que podamos aprovechar todas estas lecciones que hemos aprendido y canalizarlas en algo tangible y útil para las próximas generaciones, y ojalá podamos volver a encarrilarnos para reinventar un
futuro que sea mejor que el pasado que hemos tenido.
Monica Berg”