Campari, el bitter italiano por excelencia
Una receta única, con más de 150 años de historia, han convertido a Campari en todo un símbolo del carácter italiano, lleno de pasión y ávido de perfección.
Novara, 1860. Gaspare Campari inventa el bitter Campari.
Esta historia no empieza aquí. Comienza mucho antes. Antes, incluso, de 1828 cuando Gaspare Campari nace en Cassolnovo, municipio de Pavía, en una humilde familia de campesinos.
Esta historia empieza realmente en el siglo XVIII, cuando Turín se convierte en la cuna del aperitivo italiano, que en aquellos años era sinónimo de vermut rosso, el gran invento turinés. El nacimiento de esta tradición marca un antes y un después en el estilo de vida de la sociedad italiana, instaurando una costumbre que más tarde traspasaría fronteras, culturas y generaciones.
Gaspare Campari tenía solamente 14 años cuando dejó el hogar paterno para emigrar en busca de un futuro mejor. Sus primeros trabajos fueron de lavaplatos y camarero, pero muy pronto se inició en el oficio de maestro licorista. De mente analítica y espíritu emprendedor, Gaspare conocía bien la costumbre del vermut y comprendía que lo verdaderamente importante de esta tradición era, en el fondo, el momento, la experiencia en sí misma.
En aquellos años, la norma era que en los cafés se elaboraran y sirvieran sus propios licores, amargos y vermuts. La producción industrializada de bebidas alcohólicas, tal y como hoy la conocemos, aún no existía, y el mercado estaba dominado por bebidas artesanales creadas y elaboradas por los propios dueños de los locales donde se consumían.
Era en la trastienda de su café, en Novara, donde Gaspare tenía su taller, el laboratorio en el que trabajaba y experimentaba en busca de una receta original para servir a sus clientes. Allí fue donde creó su “Bitter all’uso d’Holanda”, bautizado así al principio por estar inspirado en un tipo de bitter al estilo de los que se bebían en Holanda.
En el espíritu de Gaspare Campari ya habitaba la simiente innovadora que legó a su hijo, Davide. Más allá de crear una bebida inconfundible, con un color intenso, y un aroma y sabor inimitables, Gaspare hizo algo totalmente nuevo y original, pensar en un bitter como un aperitivo, en lugar de como un digestivo. Ese fue su gran twist, su verdadera aportación, volver a mirar algo desde una nueva perspectiva: la clave de toda innovación.
Así nació Campari, el genuino bitter italiano. Lo único que sabemos de su receta secreta, que ha permanecido inalterable durante más de 150 años, es que es una infusión en alcohol y agua de hierbas, frutas y plantas aromáticas.
Con una baja graduación de solo 25º, se caracteriza por su intenso e inconfundible color rojo, el rojo Campari. Es complejo en nariz, con un marcado carácter herbal y toques de naranja, con esencias florales. Su sugestivo sabor es placenteramente amargo, con intensas notas a naranja y hierbas, y suaves tonos amaderados. En boca deja un final herbal persistente, con una textura redonda y aterciopelada, y su singular y agradable retrogusto amargo.
Su distintiva personalidad y su fuerza y versatilidad lo han convertido en una bebida predilecta para generaciones de bartenders. La historia de Campari está indisolublemente unida a la historia de la coctelería, siendo ingrediente clave de muchos grandes cócteles clásicos, como los legendarios Americano o Negroni; el Old Flame, de Dale Degroff; o el Jungle Bird, de Jeffrey Ong.
Si Gaspare Campari fue el creador del bitter Campari, su hijo Davide fue el verdadero impulsor de la marca Campari. Al fallecimiento de su padre en 1882, su hermano Guido y él se hicieron cargo del negocio familiar. Bajo su dirección, se inauguró en 1904 la primera planta de producción en Sesto San Giovanni (Milán), que permitió la expansión de la compañía y la exportación de Campari al resto del mundo.
Davide era un visionario adelantado a su época. Hasta ese momento, los maestros licoreros eran celosos custodios de sus elixires y para probar tal o cual bebida había que, forzosamente, hacerlo en el local que regentaba su creador. Davide Campari hizo todo lo contrario. Sabedor de la popularidad del bitter inventado por su padre, él mismo lo ofreció a otros tenderos para venderlo y servirlo en sus establecimientos. Solo les pidió una cosa a cambio, colocar bien a la vista un cartel publicitario de Campari. Una idea sencilla y genial.
El consumo de Campari se disparó y supuso el comienzo de una historia de éxito sin precedentes, que ha hecho de Campari uno de los aperitivos más famosos del mundo.
Esta historia no termina aquí.
En 1915 abrió sus puertas el emblemático bar Camparino, en la Galleria Vittorio Emanuele II.
En los años 20 nacieron el Americano y el Negroni.
En 1932 se lanzó el primer cóctel embotellado, el Campari & Soda, con su icónica botella en forma de cono diseñada por Fortunato Depero.
Y era solo el comienzo.
Entre los 20 y los 40, Campari encargó las campañas publicitarias a reconocidos artistas como Ugo Mochi, Hohestein, Dudovich, Nizzoli, Depero o Fisa y Leonetto Cappiello. Otra sencilla y genial idea.
Estas piezas de arte redibujaron la frontera entre publicidad y arte y establecieron entre Campari y el mundo artístico una relación estrecha y fecunda, que no ha hecho más que crecer y evolucionar a lo largo de los años.
Campari no mira los bartenders como meros prescriptores. Para Campari, los bartenders son verdaderos artistas, creadores de obras líquidas y efímeras, sedientos de colores y pinceles para elaborar sus recetas magistrales.
Déjate llevar por la pasión roja y sumérgete en el inspirador universo de Campari.