Como perseguir tus sueños con valentía y sin miedos con Jean Trinh
Durante la pandemia, Jean Trinh cambió la perspectiva de un líder de bar. El fundador de Alquímico explica por qué cuidar a una comunidad impulsa todo lo que hace en su negocio y cómo le enseñó a no temer nada.
No me malinterpretes, amo de dónde vengo: París. Pero la cuestión es que puedo estar en el lugar más hermoso del mundo: sin embargo, cada vez que hago el check-in en el aeropuerto para regresar a Colombia, soy la persona más feliz. Todos los días ocurre algo aquí. Duermo muy poco, pero estoy tan lleno de energía, porque Colombia es infinita en cuanto a aprendizaje, oportunidades y conocer gente nueva. Eso me da felicidad, y la felicidad es la razón por la que me mudé a Colombia.
Corría el año 2013. En ese momento, yo vivía en París, trabajando como ingeniero de construcción. También trabajaba en los turnos de fin de semana, atendiendo un bar. Disfruté de ese tiempo, pero sentí la necesidad de volver a Sudamérica. Esa parte de mi vida era pura felicidad, así que seguí mi instinto y perseguí mis sentimientos: fue la mejor decisión de mi vida.
Anteriormente, había hecho una pasantía en México en 2002, lo que me permitió sumergirme en el mundo del agave. Me encantaba México, pero buscaba diversidad humana, ya que al ser de Europa, disfrutaba de las pequeñas diferencias que puedes encontrar entre los distintos vecindarios. Sentía que Colombia podía proporcionar esa sensación: aquí puedes encontrar tantas culturas, prácticamente no hay límites, es un gran crisol. Aquí puedes respirar el respeto por el paisaje, por el medio ambiente y por las personas que viven aquí, y así es como elegí este hermoso país y donde abrí Alquímico.
Cambio de escena
Comencé en el servicio de hospitalidad con mis padres, cuando tenían un restaurante. Empecé lavando platos, organizando la “mise en place”, sirviendo cafés y platos con mi madre, corriendo por el lugar cuando tenía cinco años. El deseo de cuidar a los demás se quedó conmigo. A veces quieres mostrar lo que haces, pero no escuchas lo suficiente a tus invitados: cada detalle de la información sobre tu invitado es fundamental, como la hora en que llegan al aeropuerto o el estado de ánimo que están buscando.
Cuando llegué a Cartagena, no había tantas opciones para beber y divertirse. En 2014, todos los bartenders miraban hacia Europa o Estados Unidos, trataban de hacer cocteles clásicos, usaban ingredientes de allá, traían productos del exterior y, en consecuencia, los precios se disparaban. Comprarse una copa en un local medio valía un sueldo diario. Así que decidí montar un bar con productos locales.
“Empezamos a descubrir productos locales y a aprender a utilizarlos. Era pura alquimia.”
Empezamos a descubrir productos locales y a aprender a utilizarlos. Era pura alquimia, transformar una materia prima en algo único; por eso elegí Alquímico como nombre. Hemos recorrido un largo camino desde entonces, impulsando los productos locales, un medio ambiente sostenible y construyendo una comunidad muy fuerte y conectada.
La comunidad importa
En nuestro perfil de Instagram, puedes leer la palabra ‘comunidad’, y es una palabra que nos define. Durante la pandemia, pasamos tiempo juntos en una finca: allí conocí a la comunidad Embera-Chamì. Ese encuentro me impactó: me hizo darme cuenta de cómo podemos olvidarnos de los demás, especialmente en tiempos difíciles. Su única fuente de ingresos era la elaboración de artesanías, pero sin turismo debido a las restricciones de Covid, literalmente no estaban ganando nada. El chamán de la comunidad llevaba un hermoso collar, así que comenzamos a comprar piezas de ellos para que todo nuestro equipo las usara, y para regalar a los invitados: como un recuerdo, pero con un significado muy profundo. De esta manera, logramos dar trabajo a 20 familias. Es el significado exacto de comunidad, parece muy simple, pero supone un gran cambio.
“Tener en cuenta a la comunidad es un paso muy importante a la hora de pensar en la sostenibilidad, y más concretamente en la sostenibilidad humana.”
Tener en cuenta a la comunidad es un paso muy importante a la hora de pensar en la sostenibilidad, y más concretamente en la sostenibilidad humana. Nos centramos en cómo utilizar los productos, sin hacer nada por los seres humanos. Viviendo aquí, si nos centramos en cómo ayudar a las personas y tomamos decisiones basadas en esa premisa, construimos relaciones con la gente que nos rodea. Cuando vinculas un rostro, o el rostro de una familia, a un producto y los conoces, empiezas a crear vínculos, los visitas todos los meses, entonces puedes ver el cambio que supone: eso es sostenibilidad.
Después de la pandemia, conocí a una comunidad que reside a 80 kilómetros de Cartagena, en Los Montes de Maria. Esta región tiene un suelo asombroso y un entorno muy fértil, por lo que las fuerzas políticas querían las tierras, quitándoselas a los habitantes: durante años, esta región estuvo abandonada hasta 2008 o 2009.
La diversidad natural estaba prácticamente intacta, pero los lugareños no sabían cómo aprovecharla. El gobierno quería quemarlo todo y plantar maíz o yuca, monocultivos que estaban destruyendo el medio ambiente. Afortunadamente, Miguel Antonio Durango inició el proyecto Asocoman, hablando con estas personas para aconsejarles que no quemaran, sino que organizaran la venta de la cosecha; nos pusimos en contacto con estos agricultores y comenzamos a comprarles. Ahora, los bosques se mantienen intactos, la comunidad vive de lo que tienen y no pierden ninguna de sus producciones. Gracias a esto, las familias también están evolucionando: antes, los hombres eran las únicas fuentes de ingresos, pero ahora las mujeres están empoderadas y son independientes.
El futuro es intrépido
Todo lo que promuevo, lo hago pensando en cómo puedo mejorar la calidad de vida de nuestro equipo y nuestra comunidad. Este es el objetivo más importante: nunca me concentro solo en las ventas o en el negocio del bar, porque realmente quiero ver progreso en la vida personal de los demás. Nuestra industria no se enfoca en cómo las personas pueden dar el siguiente paso ni discute lo que va más allá de trabajar detrás de la barra.
Además, estamos comenzando a ver cómo podemos trabajar cada vez más a nivel local, no solo en términos de lo que podemos obtener de nuestro entorno (productos, licores, ingredientes de la granja), sino especialmente pensando en las experiencias y habilidades de los agricultores locales de los que podemos aprender. Comenzamos la granja durante la pandemia, plantando muchas frutas que tardarán años en desarrollarse: es una forma para nosotros de comprender y luchar por algo que definitivamente no es una moda, sino un proyecto completo que veremos crecer con el tiempo.
“Todo lo que promuevo, lo hago pensando en cómo puedo mejorar la calidad de vida de nuestro equipo y nuestra comunidad.”